Hace algo mas de año y medio, mas concretamente un 5 de junio de 2017, cuando me lo topé de frente así por casualidad. Y mira que habíamos criaturas en aquella calle Almonte ese lunes de pentecostes por la mañana. Pues allí estaba.
Veníamos de estar alrededor de la virgen cuando lo vi justo delante mia. Le pregunté a mi amigo, "Oye, ¿no es ese Emilio de Justo?".
- ¿Emilio de que?
- De Justo.
- Ah, pues no se tío, es que te gustan unos toreros que no los conoce ni Dios.
La verdad es que me hizo dudar mucho. El verlo allí digo, no mi amigo. La tarde antes mataba una corrida de Palha en Vic-Fezensac, y me era casi imposible ubicarlo allí en el Rocío tan temprano. Pero efectivamente era el, que había hecho promesa de bajarse al Rocío si le cortaba las orejas a los de Joao Folque. Yo y mis rarezas, de fijarme siempre en los que triunfan en Francia.
Me encanta la historia, y sobre todo personajes que se recuerdan por algo en concreto y no se dedican a pasar de puntillas por la misma. Dicen que hubo muchos emperadores en la antigua Roma, pero solo a los que luchaban en el frente se les recuerda como héroes. Pongamos que hablo de Marco Ulpio Trajano, Marco Aurelio, Julio Cesar o su sobrino
Cesar Augusto, o grandes faraones
egipcios como Tutankamón o Tutmosis III, del que se dice que jamás perdió una
batalla. Al margen de la tarde de ayer en Madrid, de la que no vi nada, y como tal, no voy a dar crónica (tampoco la hubiese dado si la hubiese visto), pero Emilio de Justo va ganándose poco a poco que su nombre se empiece a escribir en la historia de la tauromaquia. Después de 11 años de alternativa, el de Torrejoncillo jamás eludió una batalla. Ni la del ostracismo, ni la de del toro (TORO), ni la de la exigencia... ni la del compromiso incluso estando su padre de cuerpo presente. Lo de ayer en las Ventas podría decirse que es el justo premio a un luchador nato tras once años dando la cara en el frente.
En los tiempos actuales que vivimos en la tauromaquia (o lo que queda de ella), creo firmemente que hay toreros muy capaces de marcar hitos y épocas en esto, pero jamás serán recordados en el tiempo como grandes emperadores o faraones. Bueno, sobre todo por faraón, que solo hay uno. Algunos de estos solo se valen de la guardia pretoriana para vivir a la sopa boba. Otro se auto-proclama "Rey" , e incluso hay algún que otro Nerón por ahí, que se dedica a tocar la lira a orillas del Guadalquivir mientras arde Roma. Pero ninguno bajó al barro del frente. El camino trazado por Emilio de Justo es lo que (para mi) debería ser el de alguien que quiere mandar en esto. Falta de manotazos encima de la mesa no le faltan. Algunos cuentan sus festejos por gestas. Yo no. Yo cuento las tardes de Emilio de Justo por CORRIDAS DE TOROS. Corridas en las que no se cortan orejitas, sino orejas de las que pesan en la mano. Urcola, Galaches, Victorino, Hoyo de la Gitana... batallas como las de la Galia o Cartago, que no te hacían inmortal pero si un hombre. Y entonces llegó Francia, esa Francia taurina que a nosotros, los raritos de esto, nos sirve para empezar a ver toreros. Orthez, Vic-Fezensac, Mont de Marsant o Dax. Como a todo currante español, Emilio tuvo que irse fuera para que empezaran a verlo en su país, y mientras aquí, tragándonos una y otra tarde a Nerones tarde tras tarde.
Emilio de Justo es otra historia. Es un torero de los que pueden escribir su nombre con letras grandes en el toreo. Siempre que lo dejen y siempre que no se nos tuerza, que mas de una decepción nos hemos llevado en los últimos años con falsos mesías. Es ese torero que se trabajó y se instaló en la anarquía de su propio reino de taifas al que muchos les sería imposible acceder. Junto con Octavio Chacón, si quisieran, serían sendero de toreo caro. El mas duro quizás, pero el que mas verdad tiene. No sabemos el tiempo que aguantará, pero mientras otros rehusaban del bombo en Madrid bajo la licita y merecida excusa de jugarse la vida con lo que ellos quieran, un TORERO de Torrejoncillo decidía jugarse su futuro con lo que fuese, con un muslo atravesado por un Victorino siete días antes, y con el alma rota por la perdida de un padre. Otra historia. La historia que a mi me gusta. La de los "Cesares" y los Cesares. La de los que hacen historia y la de los que simplemente...están en la historia. En sus manos está.
Enhorabuena Maestro.
